[3] No obstante, hay que considerar que en el caso de la imprenta, aunque las copias eran todas exactamente iguales, estas copias no eran totalmente fieles al original, pues en muchos casos se partía de un original manuscrito, con una caligrafía muy diferente a la utilizada en los tipos móviles utilizados para la composición final del documento.
A comienzos del siglo XIX, hacia 1808 se inventó y empezó a comercializarse el papel carbón, lo que facilitó la copia de documentos mediante el proceso de calco.
Mediante esta técnica, ya se podían obtener copias muy similares al original.
Finalmente, en el último tercio de este siglo, hacia 1873, se empezó a utilizar el copiado en facsímil, un sistema de copiado que generaba documentos casi exactos al original y que se llevaba a cabo con la ayuda de técnicas como la fotografía y la serigrafía.
A partir de ese momento, los avances tecnológicos favorecen el poder contar con máquinas más innovadoras, hasta llegar a lo que se conoce hoy en día.