El monarca pamplonés murió en 1150 y su viuda primero, y posteriormente su hermanastro Sancho III de Castilla continuaron gobernando el territorio artajonés, independiente pero vinculado a Castilla, hasta su restitución a Navarra en 1158.
[1] Los tres reinos más importantes en la península en esos momentos del siglo XII (Pamplona, León y Aragón) se encontraban inmersos en guerras continuas.
El monarca Alfonso I el Batallador (rey de Aragón y Pamplona) muere en 1134, sucediéndole su hermano Ramiro II el Monje, en Aragón y García Ramírez el Restaurador en Pamplona, dividiendo así su reino.
Para Alfonso VII era importante reactivar la reconquista y perpetuar su supremacía entre los Reinos cristianos españoles.
Desde entonces las villas que lo formaron quedaron para siempre reintegradas en el ya denominado Reino de Navarra.