Sin embargo, los geógrafos no han sido los únicos creadores relevantes de regionalizaciones, pues, fuera incluso del ámbito académico, las autoridades político-administrativas han compartido con ellos el interés por regionalizar, por más que sus objetivos hayan sido diferentes.
En segundo lugar, pese a lo señalado en el punto anterior, en toda regionalización conviene distinguir entre la unidad espacial que se regionaliza (el punto de partida de la regionalización), que puede calificarse genéricamente de aglutinadora, como lo hace Benedetti,[4] o regionalizada, por más que en las regionalizaciones concretas se aluda a ella por su nombre específico (como continente americano, Sierra Madre Occidental, República Mexicana o Estado de Morelos), y las diversas unidades espaciales que resultan de su división, las cuales podrían llamarse genéricamente regiones o, cuando estas tienen componentes políticos, territorios.
[4] Por ejemplo, la República Mexicana,[5] en tanto que unidad espacial aglutinadora, se puede dividir en regiones fisiográficas, pero también en territorios estatales.
Así lo hace la Organización de las Naciones Unidas al dividir el mundo en regiones o continentes, que subdividen en subregiones.
Las regionalizaciones unidimensionales no son frecuentes en las referidas tanto al medio físico (por ejemplo, las relativas a la temperatura) como a lo social (por ejemplo, las étnicas), pero, lógicamente, las regionalizaciones combinadas no siempre multidimensionales.
Una tercera clasificación se refiere a los límites, que constituyen un elemento crucial en toda regionalización.
En las primeras, las unidades espaciales son contiguas, colindan entre sí, están yuxtapuestas, sin sobreponerse ni tener extensiones intermedias.
Por el contrario, en las regionalizaciones discontinuas o imprecisas, las unidades espaciales están separadas por áreas que no pertenecen a ninguna de ellas (como sucede con las extensiones continentales de Centroamérica o Suramérica respecto a las islas del Caribe), tienen límites imprecisos (como los que con frecuencia separaban las colonias del imperio español en América o los que en ocasiones separan las regiones establecidas por García Martínez)[10] o se superponen (como en ocasiones sucede en las regionalizaciones basadas en la interacción de colectividades humanas).
Por un lado, están las regionalizaciones elaboradas a partir de dimensiones, variables o factores, que, al manifestarse de formas dispares, permiten establecer regiones homogéneas que se diferencian entre sí.
Las regionalizaciones de este tipo pueden ser, lógicamente, unidimensionales o multidimensionales.
Por su parte, el segundo tipo de regionalizaciones, como se anticipó, se establece con base en una sola dimensión (por más que esta pueda analizarse a través de numerosas variables): la interacción entre colectividades humanas.
Además, es frecuente que los núcleos, con sus respectivos hinterlands, estén interconectados formando redes más complejas.
La primera es elaborada e instrumentada por dependencias que forman parte de los poderes Ejecutivo y Judicial, tanto en el ámbito nacional como en el subnacional, para atender asuntos específicos correspondientes a tales dependencias.
La tercera es elaborada por instituciones autónomas de los máximos poderes nacionales y subnacionales, como serían, en la República Mexicana, los institutos electorales.
Una aproximación sistémica”, en Josefina Gómez Mendoza, Julio Muñoz Jiménez y Nicolás Ortega Cantero (coords.
Breviario geográfico e histórico, México, El Colegio de México, 351 pp.Lizcano Fernández, Francisco (2011), “Autoritarismo y democracia en las organizaciones (instituciones estatales, partidos políticos y asociaciones de intereses)”, en Francisco Lizcano Fernández (coord.
(1997), “Sistemas económicos regionales: modelos geográficos y problemas socioeconómicos combinados”, en Pedro Pérez Herrero (comp.