Novicio dominico en Amiens, Ambroise Gardeil lo orientó hacia el tomismo; para perfeccionar su formación intelectual, lo envió a la Sorbona.
[1] Colaboró en la redacción de la Encíclica Humani generis del Papa Pío XII, que condenó la Nouvelle théologie.
Cuatro años antes, en 1946, había escrito un artículo crítico contra ella titulado La nouvelle théologie, où va-t-elle?
La obra comprende dos partes: una sobre la necesidad y cognoscibilidad de la Revelación; otra sobre su existencia.
En Filosofía Garrigou-Lagrange pertenece a la neoescolástica, impulsada por la encíclica Aeterni Patris (1879) de León XIII.
También en este campo se muestra inflexible con el «neomolinismo» y la teoría de Marín-Sola, O.P., poniendo de relieve su garra polémica y su entronque con el tomismo español del siglo XVI.
En 1909 leyó La evolución mística de Arintero, lo que ejerció en él un influjo parejo al libro L'Homme.
El proselitismo de Arintero ganó en Garrigou-Lagrange a su más valioso discípulo.
Prosiguió ese camino y fueron apareciendo nuevas obras, culminando con Les trois âges de la vie intérieure (1938), en la que, limando al máximo las aristas polémicas, expone los principios comúnmente admitidos.