Al no alcanzarse una participación superior al 50% de los votantes, el referéndum no es vinculante, aunque el primer ministro, José Sócrates del Partido Socialista, anunció que se haría por vía parlamentaria para respetar el veredicto del pueblo.
Los sondeos otorgaban la victoria al sí, pero los favorables a la despenalización recordaban que en 1998, cuando se celebró el anterior referéndum, se daban los mismos sondeos y venció el no.
El primer ministro concluyó la campaña afirmando que la elección era "entre cambio y modernidad o conservadurismo".
Para los partidarios del no la reforma era "una liberalización salvaje y completa".
[5] Varios colectivos médicos se posicionaron en contra, con argumentos morales y fundamentos biológicos: "el corazón de un feto late con fuerza a las diez semanas".