El Convenio sobre la Diversidad Biológica ha definido a los recursos genéticos como a todo aquel material de origen vegetal, animal o microbiano que contiene unidades funcionales de la herencia o genes y que presente valor real o potencial.
[2] Estos recursos son la materia prima más importante de los mejoradores de plantas y animales y la aportación más imprescindibles para los agricultores.
[3] El Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, que entró en vigor el 29 de junio de 2004, ofrece un marco global jurídicamente vinculante para acceder a los recursos genéticos de los cultivos.
La biodiversidad de los cultivos —o sea, las diferencias genéticas entre distintas variedades (Recursos Fitogenéticos)— se ha venido recolectando y conservando en bancos de germoplasma desde hace décadas.
[4] El tratado entrará en vigor tres meses después de su ratificación por 15 países o bien tras la adhesión del mismo número de estados.