La familia Cervantes tuvo como ascendiente directo a don Felipe Cervantes, importante terrateniente sinaloense, durante el siglo XIX, cuyo latifundio llegó alcanzar una extensión de 100 kilómetros cuadrados.
Las dos primeras por influencia de su madre, optaron por seguir estudios religiosos y se volvieron monjas.
Los años de la Revolución Mexicana no alteraron la vida interna en El Amole, ni su productividad.
Eso en parte por el buen trato que los Cervantes daban a sus trabajadores de labranza, así como por la estima que por don Serafín tenían las diversas facciones revolucionarias.
En el mismo capítulo de El Proconsulado, relata Vasconcelos que en esa misma gira de campaña electoral, los Cervantes lo llevaron en su propio automóvil a visitar distintas poblaciones aledañas, entre ellas Mocorito.