Se encontró un sonido de radio que descendió en frecuencia durante 15 milisegundos, la dispersión producida por la frecuencia de la ráfaga permite el mapeo del gas ionizado, que se puede observar con los instrumentos utilizados por los astrónomos, por lo tanto se refieren a este fenómeno comúnmente como ráfagas Lorimer.
Desde aquella primera detección, se propusieron buscar más señales en esa dirección, con el conjunto de los datos existentes y las observaciones adicionales recopiladas, pero no encontraron, como lo ocurrido con algunas ondas recibidas en otros observatorios, sin conocer el origen ni las causas exactas de los espectros electromagnéticos.
El sol también emite este tipo de ondas mucho más débiles, son producidas por las erupciones solares viajando a través del plasma que lo rodea.
Una vez descubierto, el tipo de señal, los astrónomos han puesto en marcha varios radiotelescopios.
Otros como el ASKAP en Australia pueden localizar cientos de detecciones nuevas por año haciendo que sea menos complicado detectarlos, siendo una ayuda para la comprensión de la estructura y la distribución total del universo.