Posee una masa blanda y un sabor un poco ácido, con una vida útil aproximada de 45 días.
Se lo deja impregnarse de ese líquido por espacio de tres a cuatro horas, transcurridas las cuales se lo pone a secar al sol, bien extendido en un sitio aireado.
Finalmente, el queso se elabora rompiendo la “cuajada”, que para entonces debió reposar por espacio de unas horas.
Rota la “cuajada” con las manos se la deja reposar nuevamente para que pierda todo el líquido o jugo llamado “suero”.
Cumplido este paso, se procede a apretar la “cuajada” hasta sacarle todo el líquido que contenga.