Desde finales del siglo XIX, una gran demanda turística favoreció el desarrollo y construcción de estaciones balnearias en las costas principales de Francia.
Esta cláusula, que en un principio se consideraba una restricción, con el tiempo ha favorecido a la estación, a la que los medios de promoción se refieren como la ciudad "balneario entre los pinos".
Meller, inspirándose en el nombre de la duna de Pilat, denominó a su vez a su empresa constructora "Sociedad Civil Inmobiliaria de Pyla-sur-Mer" y a la futura ciudad balneario como "Pyla-sur-Mer", donde la grafía en "Y" pretendía conferirle un carácter publicitario exótico.
El desarrollo urbanístico fue frenado durante la Segunda Guerra Mundial, al clasificarse toda la costa como "Zona Prohibida" por las autoridades de ocupación y no pudo relanzarse hasta mediados de los años 1950 aplicando desde entonces elementos tradicionales de la arquitectura local y del País Vasco francés.
En los últimos años se ha favorecido la construcción de hasta 4000 nuevas residencias individuales.