El aspecto psicoide del arquetipo, del inconsciente, se refiere a su carácter también «físico», más allá de lo «psíquico», y, al mismo tiempo, a su carácter colectivo y transpersonal, más allá de la psique fraccionaria individual.El arquetipo no sólo como fenómeno interno personal sino también extendiendo su fenomenología al mundo exterior, y enraizándose en aquello ajeno a nuestra propia identidad individual; el arquetipo, lo inconsciente, en definitiva, como habitante simultáneo del microcosmos y del macrocosmos.Del mismo modo, generaliza tal postulado no solo a los arquetipos y lo inconsciente colectivo, sino a la psique en general, presuponiendo tras el velo un objeto absoluto inconcebible pero igualmente actuante.Evidentemente, el arquetipo psicoide no se puede reconocer fácilmente en la vida cotidiana.Como señala Main, Jung desarrolló por primera vez la noción de psique psicoide (junto con varias modificaciones de conceptos más antiguos como el arquetipo y lo inconsciente colectivo) «en gran medida para explicar los fenómenos sincronísticos».[6] Jung tomó prestado el término «psicoide» del pensador neovitalista Hans Adolf Eduard Driesch (1867-1941).[14][6] Brooke (junto con Friedman, 1985)[15] también señala que la noción de psicoide se vuelve mucho más significativa cuando la buscamos en el campo del trabajo analítico.Descrito por Andrew Samuels como el campo imaginal (1985),[16] esta dimensión, y especialmente las comunicaciones inconscientes que vinculan a ambos, puede describirse útilmente como emergente del reino psicoide, porque trasciende las percepciones limitadas de analista y paciente que poseen psiques encapsuladas separadas.Es particularmente en la tensión aumentada generada por dicho campo que tienden a ocurrir eventos sincronísticos (1976).