Estas pequeñas lavadoras humanas no eran lo suficientemente productivas para alimentar una familia y tampoco había posibilidades de incrementar la productividad porque la mano de obra era barata y simplemente, para producir más, los señores empleaban más trabajadores, ya que los salarios no subían en la misma medida en qué lo hacían los precios, entre otras cosas porque había muchos campesinos para trabajar las tierras.
Respecto a la producción manufacturera medieval, ésta básicamente estaba controlada por los gremios, situados en los núcleos urbanos.
Los propietarios de las tierras obtuvieron más ingresos para poder gastar en productos manufacturados, la inflación disminuyó el poder adquisitivo, es decir, los precios aumentaron considerablemente mientras los salarios se mantenían prácticamente estancados, lo que ocasionó la disminución del consumo.
Por lo tanto, en el siglo XVII se vivió una crisis: la gente no podía comprar los productos porque, en muchas ocasiones, eran demasiado caros.
Dentro de todo este contexto, fue cómo surgió la protoindustria:[3] intentando escapar del sistema gremial (en las zonas rurales no tenía jurisdicción) y aprovechando esta prosperidad económica, los comerciantes entregaban materias primas a las familias campesinas, ya que la producción agrária era insuficiente para su manutención y por eso decidían emplearse en actividades complementarias:.
Por lo que, cuando la demanda aumentaba, los comerciantes en vez de exigir más trabajo, debían expandir la zona protoindustrializada.
Este modelo productivo en algunas regiones evolucionó hacia manufacturas centralizadas (que tenían una mayor producción), y en otros se fue debilitando hasta desaparecer.
[5] Los productos en seguida aumentaron su demanda en detrimento de las manufacturas artesanales, aunque este sistema de fabricación doméstica estaba alejada de los centros comerciales y se interrumpía en las épocas del año en qué había faena en el campo; pero con todo, al empresario le era más rentable porque pagaba menos impuestos y los campesinos cobraban menos que los artesanos.
Por tanto, el comerciante controla el proceso productivo y distributivo mientras que la familia se mantiene ajena.
Además, el comerciante adquiere la experiencia técnica y de gestión que le permitirá convertirse en industrial.