Ejemplos de protocolos sin estado son el Internet Protocol (IP), que es la base para Internet, y el Hypertext Transfer Protocol (HTTP), que es la base de la comunicación de datos para la World Wide Web.
Si un cliente desaparece en medio de la transacción, ninguna parte del sistema tiene que ser responsable de limpiar el estado actual del servidor.
Una desventaja de los protocolos sin estado es que puede ser necesario incluir información adicional en cada petición, y esta información adicional necesitará ser interpretada por el servidor.
En contraste, un servidor FTP tradicional lleva a cabo una sesión interactiva con el usuario.
Durante la sesión, al usuario se le proporciona un medio para autenticar y establecer diversas variables (directorio de trabajo, modo de transferencia), todas almacenadas en el servidor como parte del estado del usuario.