Zamenhof no supo de esto hasta 1881, año en el que debió crear una nueva versión del idioma.
Además de la fuerte influencia eslava en la ortografía (ć, dź, ħ, ś, ź en lugar de ĉ, ĝ, ĥ, ŝ, ĵ) en comparación con el idioma actual, y el sufijo acusativo -l, algunas formas verbales tenían la acentuación tónica en la última sílaba.
La conjugación verbal era: tiempo presente -é, pasado -u, futuro -uj, condicional -á, jusivo -ó, e infinitivo -e o -i.
Los pronombres terminaban en o nominal (y una a adjetival para los posesivos), pero había diferencias, incluyendo el género en la tercera persona plural:
Los diacríticos agudos (´) eslavos se transformaron en circunflejos (^) para evitar "nacionalismos", y las nuevas bases para las letras ĵ, ĝ (en lugar de las formas eslavas ź, dź) ayudaron a conservar la apariencia escrita del vocabulario germánico y romance.