Portero de sala

Los porteros de sala guardaban la primera puerta en la casa real.

Convenía que fueran hombres de bien porque tenían a su cargo la primera puerta y no debían dar lugar ni dejar entrar a quienes no estaba permitido ni a personas sospechosas.

Estaban obligados así mismo a guardar la puerta donde el Consejo real se juntaba dentro en palacio y tenían allí ciertos derechos y percances por su oficio, de los procesos que se presentaban por apelación.

Se repartían estos porteros por días o semanas en las partes y salas mencionadas, tanto en la sala del rey o príncipe como en la de su Consejo y así mismo servían en las salas de las cancillerías reales de Valladolid y Granada por tiempos y como les tocaba a los porteros del rey y reina pero no a los del príncipe salvo que fuera gobernador del reino.

Aunque eran muchos los destinados a guardar la puerta de la sala, dos estaban por suertes o por tandas, elegidos para la guardia diaria y solo a ellos se les daba sendas velas de cera cada día, que eran algo menores que las que se daban a los reposteros de camas el día que asimismo les tocaba guardia.