Los poetas eran príncipes o sacerdotes que representaban el sentimiento de la colectividad.
Aunque principalmente estos poemas se transmitían oralmente de generación en generación por medio de cantos y rituales, se pueden rescatar diversos autores distinguidos a los cuales se les atribuyen muchos cantos en náhuatl, por ejemplo Nezahualcóyotl, su hijo Nezahualpiltzin, príncipes-sacerdotes como Tecayehuatzin, Temilotzin y Yoyontzin.
Una vez que recuperó el trono, Nezahualcóyotl gobernó Texcoco con valor y sabiduría.
Asimismo, ganó reputación de sabio y obtuvo una justa fama como poeta.
Su amplia formación intelectual se traducía en una elevada sensibilidad estética y un gran amor por la naturaleza, que quedaron reflejados no solo en la arquitectura de la ciudad, sino también en sus manifestaciones poéticas y filosóficas.