Es conocida por este nombre debido a la apariencia de sus acantilados.
Sin embargo, es conocida por todos como la Playa de Las Catedrales debido a las gigantescas rocas en forma de colosales arcos y torres, muy similares a los vistos en los templos cristianos.
Durante la pleamar la playa es relativamente pequeña, de fina arena y sigue siendo adecuada para el baño.
Con las mareas vivas, en las que las mareas bajan más y suben más que las mareas normales, incluso se puede acceder a las playas vecinas por la arena, aunque eso sí se debe tener precaución y volver antes de que comience a subir la marea ya que el nivel del mar sube rápidamente puesto que se trata de un tramo de costa prácticamente horizontal perteneciente a la Rasa Cantábrica.
La acumulación de visitas veraniegas hizo que en 2015 la Junta de Galicia pusiera en marcha un plan para restringir el acceso a la playa, con solicitud telemática de pases, complementado con pases para las pernoctas en Ribadeo, los usuarios del autobús Ribadeo-playa y otras posibilidades.