A finales del siglo XVI ya había desaparecido de la Europa continental.
Desde sus regiones de cría noratlánticas, emigraba muy al sur, pues mediante restos prehistóricos se ha detectado su presencia en Florida y Gibraltar.
Esta especie se encontraba difundida en la época romana a lo largo de las costas del océano Atlántico, desde Florida a Groenlandia, Islandia, Escandinavia, islas británicas, Europa Occidental y Marruecos, viéndose también en todo el mar Báltico y más raramente al oeste del mar Mediterráneo.
Los naturalistas del siglo XVIII describen su sabor como atroz, pero parece que los marineros no tenían un paladar tan exquisito y paraban a menudo durante sus viajes para aprovisionarse de su carne y, sobre todo, de sus huevos.
En 1790 se capturó un ejemplar en Kiel, lo que causó gran extrañeza por ser el único visto en el mar Báltico en años.
En 1844, Carl Siemsen, de Reikiavik, persuadió al pescador Vilhjalmur Hakonársson para realizar una última expedición a la isla, pues había oído que en Dinamarca ofrecían 100 coronas por un solo pellejo de alca gigante que pudieran encontrar.
Las mataron y ya no se volvió a tener noticia de ningún otro ejemplar vivo.