Discípulo de François Souchon y de Xavier Sigalon, expuso en 1831 sus primeras obras Los pequeños patriotas y un Retrato, y hasta 1838 continuó cultivando la pintura de género, pero a partir de dicha fecha comenzó a dedicarse al paisaje.
Al mismo tiempo se ocupaba también de crítica artística, y en 1848 fue nombrado director de los Museos nacionales, puesto que conservó hasta 1850.
En este cargo mostró tanta inteligencia como actividad, pues fundó la exposición libre y protegió a artistas desdeñados entonces y que alcanzaron luego merecida fama.
Además consiguió que la Asamblea Constituyente votase la cantidad de 2000 francos para decorar la Galería de Apolo y reparar otras del Louvre, encargando a Delacroix el plafón principal.
También tradujo y comentó la Vida de los pintores, de Vasari, y publicó numerosas críticas artísticas en diversos periódicos y revistas.