Más precisamente, un pentaquark está compuesto por cuatro quarks en parejas llamadas diquark y de un antiquark.
Debido a un efecto conocido como confinamiento de color, los quarks nunca son vistos en sí mismos.
Para identificar qué quarks componen un pentaquark dado, los físicos utilizan la notación qqqqq, donde q y q respectivamente se refieren a cualquiera de los seis sabores posibles de quarks y antiquarks.
Los símbolos u, d, s, c, b, y t representan los quarks arriba, abajo, extraño, encanto, fondo y cima respectivamente, mientras los símbolos de u, d, s, c, b y t corresponden a los respectivos antiquarks.
En un mesón, esto significa un quark es asociado con un antiquark con una carga de color opuesta – azul y antiazul, por ejemplo– mientras que en un barión, los tres quarks tienen entre todos ellos tres cargas de color – roja, azul y verde.
Por esta razón, las primeras búsquedas del pentaquark buscaron partículas donde el antiquark no se cancelase.
[9] Dos en particular (uno efectuado en BELLE, y el otro en CLAS) tuvieron casi las mismas condiciones que los otros experimentos que afirmaron haber detectado la Θ+ ( (DIANA y SAPHIR respectivamente).
Los resultados mostraron que a veces, en vez de decaer directamente a mesones y bariones, el Λ0b decaía vía estados intermedios de pentaquark.
El análisis descartó la posibilidad de que el efecto fuera causado por partículas convencionales.
[14][4][15] La búsqueda de pentaquarks no era un objetivo del experimento LHCb, el cual está principalmente diseñado para investigar la asimetría de materia-antimateria,[16] y el descubrimiento aparente de pentaquarks estuvo descrito como un "accidente" y "algo con lo que nos hemos tropezado" por un portavoz del CERN.
Además, las teorías actuales sugieren que algunas estrellas muy grandes producen pentaquarks cuando colapsan.