Después de la Primera Guerra Mundial, la corona austrohúngara (krone) sufrió una alta tasa de inflación.
En Hungría se introdujo una nueva moneda, el pengő, valorado en 12 500 coronas y definido como 3800 pengő por un kilogramo de oro.
Sin embargo, a diferencia del caso de la corona austrohúngara, nunca se acuñó ningún pengő de oro.
La moneda fue revaluada, pero esto no detuvo la espiral de la hiperinflación, y los precios continuaron fuera de control.
Cada vez se introdujeron denominaciones más altas en los billetes emitidos, alcanzando un máximo de mil trillones (1021) de pengős, que fue impresa pero jamás emitida.