Este plato suele elaborarse en Semana Santa[1] y servirse templado o frío.
Después con una cuchara se van haciendo las pelotas.
A continuación se pone al fuego una cazuela con agua, y cuando empieza a hervir se echan las pelotas, junto con un kilo de azúcar, el aceite de freírlas, la ralladura de un limón y un pellizco de canela.
Se dejan hervir hasta que estén esponjosas.
Se sirven templadas o frías.