Desde pequeño mostró inclinación por lo artístico y en especial lo estético.
Estas dos instituciones significaron un cambio en el desarrollo del teatro chileno.
Allí asistió a cursos especializados, se codeó con lo mejor del teatro internacional y conoció las exigencias de la vida profesional en esa actividad artística.
Entre 1960 y 1963 asumió la dirección del Teatro de la Universidad de Concepción, período en que fue llamado –en 1962‐ a dirigir en Dallas, Estados Unidos, la obra Deja que los perros ladren de Sergio Vodanovic.
Durante su carrera recibió varias distinciones por su obra.