En esa misma fecha, y ante el mismo escribano, Luis Cerrano vendió a Mayer sus acciones, con lo que de inmediato se conformó la nueva firma industrial.
La razón social se denominó “Mayer y Bonaccio” y comenzó a operar con un capital de trescientos sesenta mil pesos por el término de cinco (5) años, lógicamente ampliable al finalizarlo.
Bienes Mayer aportó dos terceras partes y Bonaccio el resto, constituyéndose, ambos, en socios facultados para operar, indistintamente, en la venta, adquisición de bienes muebles e inmuebles, representar a la firma, etc.
En cuanto a aquellos bienes de Bonaccio aún no escriturados, pero de su posesión que el Estado nacional debía transferírselos, también debían ser incorporados a la nueva firma.
Al margen de su actividad privada, Pedro Bonaccio participó en el quehacer comunal.