Artemio, su esposa Cándida (o Blanca) y su hija Paulina son tres cristianos mártires en Roma en el año 302; su historia está ligada a la de los santos Marcelino y Pedro.
Pedro, reconociendo la situación, le dice a Arteme que si él cree en Dios, su hija se salvará; este último responde que, si su Dios era real, ya lo habría liberado de la cárcel.
Su esposa Cándida, sin embargo, espera que Pedro pueda salvar a su hija.
Mientras discuten, Pedro aparece ante ellos y con la cruz expulsa el espíritu inmundo de Paulina.
Los tres creen inmediatamente en Dios, se convierten y son bautizados por Marcelino.