El pecho y la garganta son de color morado; el vientre es blanco, y los laterales son de un tono crema con dos bandas azuladas, que dan paso a sendas franjas anaranjadas curvadas hacia arriba.
El pato mandarín suele habitar zonas forestales densas cerca de lagos poco profundos, charcas o lagunas.
Si por cualquier motivo, uno de ellos perdiera la vida, a la pareja se le hará difícil conseguir otra.
Prefieren las áreas boscosas donde además, si se diera el hecho de que si existieran árboles con algún hueco ya provisto y que pudiera servir para utilizarlo como nido, entonces en el árbol construirán éste.
La energía y la gracia con que el macho exprese su cortejo, se sumaran a las características arriba anotadas, pues, en todo caso, es la hembra la que tomara la decisión determinante y final, de con cual macho formara pareja, la cual como ya se dijo, será permanente.
Una vez que la hembra escoge al macho, estos se aparean por varios días y con frecuencia para asegurar la fertilidad de los huevos.
La pata pone los huevos en el nido que han construido, que puede estar hecho con pequeñas ramitas, paja, hojas secas y para cuando ya la pata esta por echarse, con algo de plumón sacada del área del pecho (incluso en el caso de estar el nido en un árbol).
Casi inmediatamente después de eclosionar todos los huevos, y cuando los patitos ya están secos, la pata abandona el nido y desde abajo, a los patitos los anima para que salten hacia ella (siendo que son, aves nidífugas [es decir, que abandonan el nido al nacer]), lo cual casi sin duda efectúan, casi de inmediato después del llamado de la madre.
Las patas son muy buenas madres y normalmente criarán exitosamente a todos sus patitos (si no hay depredadores o accidentes fatales de por medio).