El patio encuentra su origen en las reformas ordenadas en el Alcázar por Carlos I de España.
Este patio sería conocido posteriormente como patio de la Reina, como contraposición al ya existente, conocido como del Rey.
Este desdoblamiento supuso la construcción de tres crujías formando un patio de proporciones mayores que el del Rey.
En sus cuatro lados contaba con sendas galerías de doble altura.
En el piso inferior se disponían arcos de medio punto sostenidos por columnas dóricas.