Se crio en un ambiente rico y educado, siempre girando en torno al arte.
Aprenderá a pintar siendo niña, con la ayuda de sus padres.
Su capilla ardiente se estableció en el Ayuntamiento de Angulema durante tres días, en los cuales, todos sus alumnos pasaron a dar el último adiós a la pintora.
Las condolencias fueron recibidas por el padre de la difunta, sr. D. Manuel Matoses.
Los cordones mortuorios fueron tenidos por la señorita Rochette, señoras Soulier, Gautier y Pradier.