El polvo dentífrico ya era utilizado por los antiguos romanos para limpiar y aclarar sus dientes, para fijarlos cuando se les aflojaban, para reforzar las encías, y para aliviar el dolor de muelas.
Estos ingredientes eran molidos hasta obtener un polvo muy fino, a veces luego de haber sido puestos al fuego.
Apuleyo cita a Catulo al decir que usaría su propia orina "para lavarse los dientes y las encías rojas".
[7] En los tiempos modernos, el bicarbonato de sodio ha sido el polvo dental más utilizado.
El uso de sustancias en polvo como carbón vegetal, ladrillo y sal para lavarse los dientes ha estado históricamente muy extendido en India, especialmente en las zonas rurales.