La Parilia o fiestas pariles eran consideradas en la antigua Roma una de las más importantes festividades religiosas por la que se conmemoraba la legendaria fundación de la Urbe.
Tenían lugar todos los 21 de abril (Ante diem XI Kalendas Maias).
Después se sacrificaban algunos animales en honor al dios pastoril, de los que comían todos los festejantes en un gran banquete.
Por la tarde y al anochecer, se encendían hogueras que los ganaderos saltaban tres veces para asegurar la salud y fecundidad de su rebaño.
Además, Ovidio relata que estos mismos quemaban plantas aromáticas, como laurel, con cuyas cenizas y humo purificaban los establos.