En los últimos años el sitio se ha intentado proteger, equipándolo a la vez con una infraestructura turística mínima que permite al visitante un fácil acceso e información básica tanto del sitio arqueológico como del espacio circundante.
Sin embargo, estas pinturas se han deteriorado rápidamente, sobre todo por la acción del flash de las cámaras fotográficas o porque se les ha arrojado agua.
La magnitud del deterioro puede verse en la frecuencia de manos reportada por cada arqueólogo.
Luis Felipe Bate a principios de los 70's reportó ‘… un número cercano a 250…’, mientras algunos años más tarde Hans Niemeyer ‘… 200 o más manos…’.
Luego Víctor Lucero y Francisco Mena en 1994 encontraron 125.