Durante la Reconquista, se convirtió en el despacho de Pablo Morillo y del virrey Juan Sámano.
En 1948 Margarita Herrera y su hija Inés hicieron donación al arzobispo Ismael Perdomo del lugar.
El arzobispo Crisanto Luque convocó el concurso para su construcción en 1951, del cual fue ganadora la firma Esguerra, Sáenz, Urdaneta, Suárez, Ltda.
Comenzaron entonces a funcionar allí las oficinas de la curia primada.
La puerta principal la diseñó y realizó escultor italiano Vico Consorti, el mismo que ejecutó la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en Roma.