Durante esos años, el Sporting anotó un promedio de 123 goles por campeonato (casi cinco por juego).
Esta victoria, la cual fue poco esperada, fue en gran parte atribuida a la unión y la fuerza psicológica del equipo, liderado principalmente por Gentil Cardozo y luego por el arquitecto Anselmo Fernández y otros grandes nombres de los "Leones" como Joaquim Carvalho, Pedro Gomes, Mário Goulart Lino, Alexandre Baptista, José Carlos da Silva José, Hilário da Conceição, Fernando Mendes, Géo, José Pérides, Osvaldo Silva, Ernesto Figueiredo, Domingos Mascarenhas y João Morais.
Pero la época dorada de las "Águilas" llegaría, primero, con la remodelación del Estádio da Luz, aumentando su capacidad hasta los 80.000 espectadores, y luego con la llegada del entrenador austrohúngaro Béla Guttmann en 1959, proveniente del FC Porto, al que había dejado campeón de la Liga en la temporada inmediatamente anterior.
Con Guttmann al mando, el Benfica se proclama campeón nacional en las temporadas 1959-60 y 1960-61, llegando en 1961 a su primera final de la Copa de Europa, donde se enfrenta al Fútbol Club Barcelona español en un partido en el que los lisboetas vencen por 3 a 2, conquistando su primer título continental.
En esa final se enfrenta al Manchester United inglés, y aunque después de 90 minutos el partido estaba empate a uno, durante la prórroga los ingleses lograron marcar tres goles, perdiendo finalmente el Benfica por 4 a 1.
El Benfica inició la década de 1980 con un nuevo pleno nacional: liga, copa y supercopa, por primera vez en la historia del equipo.
Sin embargo la temporada siguiente fue negativa, ya que no se logró levantar ningún trofeo, por lo que el equipo recurrió a la contratación de un nuevo entrenador, el sueco Sven-Göran Eriksson, que revolucionó el fútbol del equipo, y por extensión, el fútbol portugués con unos métodos novedosos en aquellos años, y apoyado con un conjunto de grandes jugadores, que llevaron al equipo a ganar la liga y copa portuguesas, y a alcanzar la final de la copa de la UEFA, en la que pierde contra el belga Anderlecht.
En la siguiente temporada el equipo vuelve a lograr liga y copa, pero es cuando Eriksson deja el equipo para entrenar al AS Roma italiano, cosechando el equipo malos resultados en liga en las temporadas 1984/85 y 1985/86, pero conquistando en esas mismas temporadas la Copa de Portugal, y una Supercopa.
En 1987/88 el Benfica no logra el título de liga, pero vuelve a brillar en el continente europeo 20 años después, ya que logra alcanzar la final de la Copa de Europa, en la que se enfrentó al PSV Eindhoven neerlandés en un partido muy reñido que finalmente perdieron en los penaltis.
Antes del encuentro, jugado en el Estadio Ernst Happel de Viena, ciudad donde fue enterrado Béla Guttmann, Eusebio hizo un peregrinaje a su tumba rezando para que se acabara la maldición proferida por el entrenador austrohúngaro hace 28 años,[8] pero fue en vano: el equipo volvió a perder, esta vez frente al AC Milan por 1 a 0 y cerraba, con ello, la época de predominancia de las "Águilas" en el fútbol luso.
[9] A esta victoria le seguirían, en ese mismo año, la Supercopa de Europa y la Copa Intercontinental, siendo el primer equipo lusitano en ganarlas.
Por no mencionar las 10 Ligas, 7 Copas y 9 Supercopas locales obtenidas durante ese mismo transcurso de tiempo.
SL Benfica es, en la actualidad, el juego más importante del fútbol portugués.
Esta rivalidad ha crecido en los últimos 20 años, considerándose los malos resultados del Sporting de Portugal en las últimas décadas, pero tiene su origen en la primera mitad del siglo XIX con el desarrollo industrial y político que tuvo la ciudad de Oporto (la cual fue el foco de la revolución liberal de 1820[10]), y que la convirtió en la segunda ciudad más importante de Portugal y en la contraparte del poder central representado por Lisboa, la capital, por lo que el enfrentamiento entre los clubes más exitosos de cada ciudad tiene sus raíces en la historia política, cultural y deportiva del país, sobre todo en lo que respecta al siglo XX.
En consecuencia, el efecto de todo lo anterior es que, a pesar de las excelentes asistencias conseguidas por Os Três Grandes, los demás estadios del país quedan cada vez más vacíos.
El siguiente conteo solo tiene en cuenta los títulos reconocidos por la Federación Portuguesa de Fútbol.