Se trataba de una variación mucho más compleja que el anterior proyecto conocido como Operation Silver ("Operación Plata") en Viena (1949).
No obstante, la KGB decidió permitir continuar con la Operación de Oro, al ver su potencial para la desinformación.
Además, los soviéticos tenían un especial interés en intentar proteger lo más posible la identidad secreta de su doble agente Blake.
Especialmente para la operación, se construyó -dentro del distrito Rudow, en el sector estadounidense de Berlín- un almacén con un sótano anormalmente profundo.
En algunos casos se trataba de conversaciones entre Moscú y la embajada soviética en la comunista Alemania Oriental.
En su lugar, aprovecharon un débil eco electrónico producido por el (no muy sofisticado) equipo de comunicaciones soviético, a fin de grabar y escuchar directamente el tráfico telefónico en tiempo real, sin tener por lo tanto que complicarse adicionalmente, intentando descifrar las comunicaciones.
En la pared del mismo, frente a los dispositivos de intercepción telefónica, la inteligencia occidental hasta había colocado un cartel -escrito en alemán y ruso- que decía "Prohibida la entrada por el comandante general".