El muestrario de huevos reunido por aficionados o científicos es denominado colección oológica[1] u ovoteca.
[2] La oología se fue haciendo cada vez más popular en Gran Bretaña y los Estados Unidos a partir de los años 1800.
Mientras que la recolección de los huevos de las aves silvestres por parte de los aficionados era considerada un respetable intento científico en el siglo XIX y principios del siglo XX,[4] a partir de mediados del siglo XX se comenzó a considerar cada vez más como un hobby, más que como una disciplina científica.
Los recolectores de huevos tenían grandes colecciones y hacían intercambios entre ellos; los coleccionistas incluso hacían lo que fuera necesario para obtener huevos de aves poco comunes.
Por ejemplo, Charles Bendire estuvo dispuesto a que le rompieran unos dientes para sacarle un huevo poco común que se le había atorado en la boca (se lo había puesto ahí al bajar de un árbol).