Dice la tradición que el Niño, fruto de sus entrañas que originalmente tenía en sus brazos, se lo llevó un Fraile a España y la Señora quedó con el rostro elevado; fijos en el Cielo los ojos, al modo como se retratan los bultos de la Asunción de Nuestra Señora.
La mano derecha está separada del cuerpo y en ella lleva una azucena; la izquierda completamente caída, en actitud de imploración.
El rostro es redondo, la boca ligeramente entreabierta deja ver los pequeños dientes superiores.
El mentón se pierde casi con el cuello un poco grueso, pero sin hacer desaparecer la gracia del rostro hermosamente juvenil.
El brazo diestro de María Santísima tiene alguna inclinación como que ayuda al siniestro a tener al Niño, mas la mano esta vuelta hacia arriba, y medio de la palma se le halló en su invención un palito pequeño parecido en forma de cetro, y coronado este con una florecita pequeña.
[1] Recién descubierta la Imagen, comenzaron a darle culto en la misma casa del indio Juan.