Los barcos cercanos registraron una explosión inicial y una segunda, mucho más grande, dos minutos y quince segundos más tarde, de magnitud suficiente como para quedar registrada en sismógrafos tan lejanos como en Alaska.
Durante cuatro días, la marina rusa utilizó dispositivos sumergibles para intentar acoplarse a la escotilla de emergencia sin éxito, proceso que fue criticado posteriormente por lento e inepto.
Al quinto día, el entonces presidente Vladímir Putin autorizó a la marina para aceptar ofertas de asistencia británica y noruega.
Una explicación alternativa a la hipótesis de la soldadura defectuosa sugiere que la tripulación no estaba familiarizada ni capacitada para disparar torpedos HTP y sin saberlo siguió las instrucciones destinadas a un tipo de torpedo muy diferente.
La investigación concluyó que la marina rusa no estaba preparada para afrontar el desastre.