Nadie se conoce

El que se encuentra en el Museo del Prado se tiene como autógrafo de Goya, pero parece más bien despistar y buscar un significado moralizante que encubra significados más arriesgados para el autor.[1]​ A finales del siglo XVIII existía en Madrid una fiebre por los bailes de máscaras.Goya pudo contemplarlos, por ejemplo, en la Casa de Alba, donde se celebraban con gran suntuosidad.Las caretas las hacían los escultores más afamados, como las 32 que diseñó Pedro Michel para una fiesta de este palacio.[4]​ En el dibujo preparatorio a la sanguina, conservado en el Museo del Prado, la petimetra lleva careta en lugar de antifaz.