Mujer con pantalones

Pero Juan José no sabe que la hermosa obrera es en realidad Micel Torrealba, y mucho menos se imagina que está allí bajo el nombre de María Suárez porque sospecha que Vladimir, su hermano mayor, ha estado estafando y extorsionando a los campesinos de la zona.

Por eso, dos semanas después, ya se llamaba María Suárez, al menos para sus compañeros y su supervisor, Juan José Rondón, hombre de familia humilde pero honrada, un ser que estará destinado a enseñarle a Micel, al tiempo que se enamora de ella, los valores de la clase obrera.

También se llamó María Suárez para Salvador Vega, socio heredero de la compañía, el día en que este llegó del exterior y Micel por poco se lo lleva por delante, por allá, por la carretera de tierra que partía en dos los hermosos sembradíos de girasoles, cuando venía en volandas conduciendo un camión cava de la compañía.

Y quizás nos salte la pregunta: ¿cómo pudo Micel ingresar como trabajadora en la fábrica de Aceites Torrevega, sin que se enteraran ni su padre ni su hermano mayor?

Es así como Micel, una mujer que ama la música y la filantropía, que ha crecido en medio de una familia de apariencia perfecta, tendrá entonces que enfrentarse a un camino marcado por la presencia y el dominio tradicional de los hombres; hombres por demás especiales, como su terrible hermano Vladimir, y su padre, Pedro Pablo Torrealba, figura clave ésta que representa para Micel la justicia, el amor y la unidad sagrada de su familia.