En medio de la constante tensión y los extraños ataques que envuelven este acontecimiento, Sookie se ve obligada a proteger a la reina, al tiempo que sus sentimientos hacia Eric se vuelven más y más confusos.
Tras comprarse ropa adecuada en la tienda de su amiga Tara, una noche en el bar tiene una disputa con Arlene, que recientemente se ha unido a la Hermandad del Sol y no aprueba que Sookie se relacione con vampiros.
Allí, Sookie se reencuentra con Barry el botones, también telépata, que ahora trabaja para Stan Davis, rey vampiro de Texas.
Junto con él está su medio hermana Frannie, que parece odiar a Sookie y sentir celos de su relación con Quinn.
En el momento en que está bebiendo de Eric, Quinn la encuentra y, ante tal panorama, se enfada.
Sookie, enfurecida, se escapa al sótano para recoger la maleta, cuya identificación está borrosa.
Sookie se compromete a investigar en los campos de tiro para descubrir quién le contrató.
Tras pasar algún tiempo más en la cumbre, Sookie es despertada telepáticamente por Barry, que se encuentra en cadáver de Jake Purifoy en el pasillo.
Consiguen salir por una ventana, con un ataúd que guarda a Pam, y no se estrellan contra el suelo porque Eric, envuelto en un hábito ceremonial, consigue volar.
Al día siguiente, Sookie y Barry son visitados por Cataliades, quién les da dinero para marcharse cuanto antes.
Sookie ata los cabos sueltos: el responsable de la lata explosiva fue el señor Baruch, vampiro y dueño del hotel, que deseaba asustar a la reina para hacerla casarse con él; y descubre que la misma reina fue quién asesinó a Jennifer Cater y a Henrik Feith para librarse de ser juzgada.
Su hermana Frannie le presta su coche para que vuelva a Bon Temps, donde es recibida alegremente por Amelia y Tara, quien acaba de casarse con JB du Rone.