Subsistió de forma autónoma, al igual que otras abadías de monjes trapenses, gracias a su granja.
El queso artesano se elaboraba usando la receta del Port-salut, seguramente siguiendo las instrucciones de algún monje trasladado.
Pronto este queso disfrutó de cierto éxito en la región, y los monjes tuvieron que comprar la leche a las granjas vecinas.
[3] Actualmente, se produce con métodos modernos en una pequeña quesería independiente con leche de las granjas vecinas.
En la zona se toma de buena mañana con café.