Mitología inuit

Un día, empezaron a caer rocas del cielo, estas se fueron acumulando hasta crear la tierra.

En el origen del mundo, tan solo había un hombre y una mujer, sin ningún animal.

La mujer pidió a Kaila, el dios del cielo, que poblara la Tierra.

En poco tiempo solo les quedaron los flacos, débiles y enfermos, por lo que los inuits se debilitaban al comerlos.

Cuando el animal muere, el cazador celebra una breve ceremonia para asegurar que su alma regrese al mundo no terrenal y se reúna con la sociedad animal, dispuesto a volver como presa.

Y estaban los Tuniqs, unos temibles gigantes que medían cinco veces el tamaño de un inuit.

Sin embargo su inteligencia no era tan desarrollada, y los inuit se las ingeniaban para esquivar sus ataques.

Con esto ambos gigantes quedan estupefactos y comienzan a pelear su derecho sobre el pequeño inuit.

La pelea no cesó por muchos días, hasta que cayeron agotados con el último gran golpe de sus cuerpos.

Sin embargo, un día ve aparecer en el horizonte un barco, cuyo capitán, un apuesto extranjero, la sedujo y se marchó con ella.

Viendo a Sedna huir, el chamán, dotado de poderes sobrenaturales, ordenó al mar abrirse y desencadenó una furiosa tempestad.

Pero ella logra salir a la superficie, e intenta aferrarse al borde del barco.

Esta leyenda enseña que los cazadores viven con la obligación de tratar al mar y a las mujeres con respeto.

Mujer inuit.
Monte Pelly, norte de la Bahía de Cambridge (Victoria Island).
Gigante destruyendo un iglú, arte inuit.
Angakkuq (Chamán), arte inuit.
Inukshuk.