Según la leyenda, un converso llamado Hassam-Arda, que estaba gravemente herido, llamó al cura de Alboraya (ya que Almàssera pertenecía entonces eclesiásticamente a esa localidad) para recibir el Santo Viático.
El parróco, al ir a cruzar el Carraixet, que venía crecido por una fuerte lluvia, cayó al agua junto a su caballo, perdiendo la arqueta donde contenía las sagradas formas.
[1] El religioso decidió volver a Alboraya, y más tarde acudieron a él unos labradores diciendo que habían visto unas luces brillantes en el barranco, que resultaron ser tres peces con las formas en la boca.
[2] Así pues, el párroco recogió dichas formas con un cáliz, que se conserva en Alboraya, mientras que la arqueta está custodiada en Almàssera.
[1][3] Existe una polémica sobre si el cura iba a Almàssera o volvía de allí, centrada en que si iba a Almàssera llevaría tres formas y si volvía, llevaría dos.