El asalto fue extendido a Gibraltar, que fue incendiada al desatarse una epidemia entre la tripulación.
En esta oportunidad se lleva como rehenes a los notables de la ciudad exigiendo un elevado rescate.
La expedición fue un éxito con un gran botín de unos 20.000 reales, mercancías diversas y 20 prisioneros que fueron cruelmente torturados.
No conforme con el saqueo de Maracaibo, el Olonés mandó un contingente para capturar a las personas que encontraran y que, una vez hechos prisioneros, darían noticias sobre el lugar donde se encontraban ocultos los tesoros ambicionados.
Los filibusteros festejaron grandemente con bailes y juegos, en poco tiempo dilapidaron la fortuna recién adquirida.