Trabajó en la Real Casa Enseñanza de Valencia como maestra en la segunda mitad del siglo XVIII.
Aunque desconocemos sus orígenes, Micaela Ferrer probablemente nació en Barcelona y perteneció a una familia burguesa o ilustrada que le dio acceso a buena educación y que le permitió acceder al puesto de maestra con 16 años.
La institución contó con la protección de Carlos III y el arzobispo contribuyó económicamente en la creación y consolidación de ambas instituciones, así como mantuvo contacto epistolar con los artistas[9] por lo que no se puede descartar que este hecho animara a Micaela a tomar la decisión de presentarse a las pruebas y así poder avanzar en su formación académica.
Tras su análisis consideraron que era apata para ser nombrada Académica Supernumeraria, reservándose mayores distinciones cuando la solicitante mostrase sus adelantos.
[12] Una vez nombrada académica, Micaela probablemente siguió ejerciendo como profesora y combinara la labor docente con la pintura profesional, ya que el reglamento de la "Casa Enseñanza" contemplaba que las maestras dispondrían de 5 o 6 horas para trabajar para sí misma, los días que se impartiera clase, y los días libres tendrían todo el día para realizar actividades remuneradas en su propio beneficio, una vez cubiertas la obligación de oír misa.
La localización de su obra pictórica se hace difícil pues su desarrollo estuvo ligado a encargos privados.
Por esta razón, entendemos que se encuentra dentro de colecciones privadas y, este hecho, dificulta su catalogación.
En primer lugar, debemos destacar la técnica pictória utilizada por Micaela que es el óleo, esto supone un avance y diferencia con respecto a otras artistas féminas de la época que se decantaban por otras técnicas.