Su origen se sitúa en la Edad Media, en la ceremonia de adopción de un niño,[1] tomando los problemas que ésta conlleva por decisión propia.
El padre debía meter al niño por la manga de una camisa grande hecha para la ocasión.
El dicho además refleja una exageración en las dimensiones de la camisa, la cual no podía medir once varas, ya que una vara son 84 centímetros.
A veces las medidas variaba dependiendo de la región y los meses del año.
El apiñamiento del ganado lanar en tan reducida superficie hace prácticamente imposible poder desplazarse por la misma, y por ende, dificultoso de salir sin tropiezos.