Hija de un matrimonio conformado por Bernardo y Elsa Licht, Merlina fue una joven abogada que tuvo numerosas intervenciones en le televisión argentina donde se desempeñó como comentarista de espectáculos y noticias.
Luego formó pareja con un hombre ajeno al ambiente llamado Luis Locatti, empresario, dueño de la empresa Macata.
Seguí trabajando, haciendo ejercicios y traté de llevar una vida más o menos normal.
Entrar a un negocio y pedir un jean de ese talle pienso es lo que te hace sentir poderosa en esta sociedad de locos, y a mí me resulta demoledor”.
Me había acostumbrado o mejor dicho, había anestesiado el concepto de la enfermedad… El enfrentarse al hecho del tratamiento, cosa que por lo general es algo que te dan de inmediato una vez declarado el cáncer, suele convulsionar de manera rápida la vida, del enfermo y de la familia…Es como que no te dan tiempo a pensar y tu esperanza está puesta allí, combinada con la desazón, la angustia y el bajón que te da aquello que no se ha terminado de digerir.
Que pueden hacer lo necesario con mi cuerpo físico, pero nada puede ser tan grave porque lo más importante es seguir viviendo por ellos.
No entregarse es la meta… Es como caer prisionera durante muchos meses en un lugar donde te rapan, te torturan, te ponés débil y tenés que soportar de todo…Con la diferencia de que a diario podés seguir viendo a tus hijos, tu marido, tus padres y todos los afectos de los que quieras rodearte”.