Existen dos tipos de comercios, los negociados en bolsa, y los extrabursátiles.
La naturaleza de los derivados financieros hace de su existencia una gran variedad, por ello las personas pueden invertir tanto en el mercado organizado como en el mercado no organizado.
Los contratos son estandarizados, por lo cual las partes no pueden modificar su contenido, ya sea en cuanto al precio, plazo, tipo de activo subyacente o vencimiento.
[2] Las partes sólo pueden realizar ofertas de determinados contratos ya seleccionados por la administración del mercado.
Esta herramienta resulta muy útil para aquellos inversionistas que buscan salir anticipadamente de la posición creada en el mercado.