Su origen se remonta presumiblemente a culturas aborígenes del Río de la Plata y fue históricamente llamado galleta por los gauchos de esa zona.La galleta fue recreada en los años 1960 por el luthier porteño Carlos Iraldi para el conjunto humorístico de instrumentos informales Les Luthiers y rebautizada como yerbomatófono d’amore o matófono.[2][3] Este instrumento estaba formado por calabazas de mate cortadas por la mitad, lijadas y ensambladas, con un orificio para apoyar los labios.Así el sonido se amplifica y distorsiona de manera muy particular, con un timbre que cambia variando la presión.A diferencia del kazoo, el cual posee un timbre similar, el matófono necesita ser agarrado con una mano, mientras que se puede tocar el kazoo al mismo tiempo con un instrumento que necesite las dos manos.