Los Shoshone, una tribu nativa americana que habitaba la región, habían estado involucrados en incursiones para obtener alimentos y suministros de las granjas y ranchos de los colonos que ocupaban sus antiguas tierras fruto del robo a este antiguo pueblo.
Las tropas abrieron fuego contra los Shoshone indefensos, matando a cientos de hombres, mujeres y niños.
Muchas de las víctimas fueron asesinadas mientras intentaban escapar o buscar refugio en sus tipis.
La Masacre del Río Bear también tuvo implicaciones más amplias en el desarrollo de la región.
Después del incidente, los Shoshón sufrieron una disminución significativa en su población y poderío, lo que facilitó la expansión de los colonos blancos en la zona.